¿Qué te preocupa?
A continuación, un apartado con problemas más frecuentes. Clica sobre cada uno para ver en detalle:
ANSIEDAD
La ansiedad es una respuesta emocional normal y necesaria ante situaciones estresantes o peligrosas. Sin embargo, cuando la ansiedad se vuelve excesiva, interfiere en la vida cotidiana y limita la capacidad de una persona para llevar a cabo actividades normales, considerándose un trastorno de ansiedad.
Nuestro cerebro vivencia la ansiedad desde una serie de reacciones químicas que hacen que liberemos cortisol, entre otras hormonas, al torrente sanguíneo y esto, a su vez, perpetúa la situación de activación, llegando a producirnos pensamientos repetitivos, insomnio, trastornos estomacales, taquicardias, sudoración, hiperventilación, tristeza, ira, ataques de pánico, etc.
DEPRESIÓN
La depresión es un trastorno del estado de ánimo que se caracteriza por una combinación de síntomas emocionales, físicos y cognitivos que afectan la vida diaria de una persona. Algunos de los síntomas más comunes de la depresión incluyen: sensación persistente de tristeza y desánimo, pérdida de interés o placer en actividades que solían ser agradables, cambios en el apetito y el sueño, fatiga y falta de energía, dificultad para concentrarse, sentimientos de inutilidad o culpa excesiva, irritabilidad y pensamientos suicidas.
Así, la depresión puede considerarse como una respuesta emocional a conflictos internos no resueltos, como la pérdida o la frustración, siendo la depresión un mecanismo de regulación ante la crisis que se está transitando en dicho momento.
Fobias y miedos
Las fobias son miedos irracionales e intensos a un objeto o situación específica que no supone un peligro real. Estos miedos pueden limitar la vida de una persona y causar una gran ansiedad. Algunas de las fobias más comunes incluyen el miedo a los animales, el miedo a los lugares cerrados, el miedo a volar, el miedo a las alturas, el miedo a morir y el miedo a la sangre.
¿Cuál es el origen de las fobias?
Las fobias pueden tener diversos orígenes, incluyendo experiencias traumáticas, eventos estresantes, modelado por parte de familiares o amigos, y predisposición genética. Algunas fobias se desarrollan después de un evento traumático, mientras que otras pueden ser el resultado de una exposición repetitiva a un estímulo temido sin una experiencia negativa real. Las fobias también pueden ser el resultado de un aprendizaje clásico, donde se asocia un estímulo neutral con una respuesta emocional negativa a través de la experiencia o la observación.
TRAUMA
¿Qué es un experiencia de trauma?
El trauma psicológico es una respuesta emocional a un evento o serie de eventos estresantes y aterradores que superan la capacidad de una persona para manejarlos. Este evento puede ser una experiencia traumática única, como un accidente, un acto violento o un desastre natural, o puede ser el resultado de un abuso prolongado o una situación de conflicto. Los síntomas del trauma psicológico incluyen ansiedad, miedo intenso, pesadillas, flashbacks, evitación de estímulos relacionados con el trauma, episodios disociativos y problemas de concentración y sueño. Asimismo un factor que suele presentarse con frecuencia es la evitación persistente de estímulos asociados al acontecimiento traumático, desde la voluntad por evitar recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos acerca o estrechamente asociados al acontecimiento traumático tanto a nivel interno como externo. Dicha evitación puede estar ligada a una incapacidad constante para sentir emociones positivas, a una percepción distorsionada persistente de la causa o las consecuencias del acontecimiento traumático, a una percepción desde la culpa o el exceso de responsabilidad por lo ocurrido y un sentimiento de desapego o extrañamiento hacía los demás. Otro factor que acompaña a un evento estresante es una alteración importante de la alerta ante estímulos o situaciones similares, acompañado de un comportamiento irritable y arrebatos de furia, comportamientos autodestructivos, hipervigilancia, respuesta de sobresalto excesiva, alteración del sueño, etc.
¿Cuál es el origen de los traumas?
Un trauma puede ser causado por una amplia variedad de experiencias y situaciones, incluyendo:
1. Abuso físico o emocional.
2. Agresión sexual o violación.
3. Accidentes graves, como un accidente de automóvil.
4. Desastres naturales, como terremotos, huracanes o incendios.
5. Testigos de un acto violento o un homicidio.
6. Servicio militar en zonas de guerra.
7. Diagnóstico de una enfermedad grave o la pérdida de un ser querido.
8. Trastornos de ansiedad, como la fobia o el trastorno obsesivo-compulsivo.
Estas son solo algunas de las muchas situaciones que pueden originar un trauma. Es importante recordar que cada persona experimenta y procesa los traumas de manera diferente, y que lo que puede ser traumatizante para una persona puede no serlo para otra. Es importante hacer hincapié en el procesamiento que la persona ha realizado sobre la experiencia traumática, incidiendo en las sensaciones y autopercepciones originadas como respuesta ante dicha situación.
Asimismo, es importante recalcar que las reacciones que pueden tener las personas pueden ser comprendidas como mecanismos de defensa singulares, que se activan ante un sentimiento de vulneración de integridad de la propia persona. Así, operan como ayudantes en la regulación de la ansiedad y dolor asociados a dichas situaciones. Algunos de los mecanismos de defensa más comunes incluyen:
1. Negación: negar que la situación traumática ha ocurrido o que tiene un impacto significativo.
2. Represión: enterrar los recuerdos y las emociones relacionados con la situación traumática en la mente inconsciente.
3. Regresión: regresar a comportamientos o formas de pensar más infantiles o inmaduros en un intento de lidiar con la ansiedad.
4. Proyección: atribuyendo pensamientos o emociones propias a otras personas o situaciones.
5. Racionalización: encontrar razones o justificaciones lógicas para la situación traumática para minimizar el dolor emocional.
Es importante destacar que estos mecanismos de defensa pueden ser efectivos a corto plazo para ayudar a la persona a lidiar con la situación traumática, pero pueden ser contraproducentes a largo plazo, ya que pueden impedir que la persona procese y superar adecuadamente el trauma.
¿Cómo puedo mejorar mis percepciones, sensaciones, pensamientos y conductas respecto a un trauma?
Si sientes haber experimentado un trauma, es importante tomar medidas de autocuidado de salud mental y emocional, como las siguientes:
1. Busca apoyo: Habla con amigos y familiares de confianza o considera unirte a un grupo de apoyo para personas que han experimentado un trauma similar.
2. Mindfulness: la práctica de la atención plena puede ayudarte a ser más consciente de tus pensamientos, emociones y sensaciones en el momento presente y a liberarlos en lugar de negarlos o reprimirlos.
3. Ejercicio físico: hacer ejercicio regularmente puede ayudar a mejorar tu bienestar emocional y físico y a liberar la tensión acumulada.
4. Practica técnicas de manejo del estrés: Ejercicios de respiración profunda, meditación, yoga y otras técnicas pueden ayudar a reducir la ansiedad y el estrés.
5. Habla con un terapeuta: Un terapeuta o consejero puede ayudarte a procesar el trauma y a encontrar maneras saludables de lidiar con tus emociones.
6. Toma un enfoque holístico para tu salud: Practica un estilo de vida saludable, incluyendo una dieta equilibrada, ejercicio regular y suficiente descanso.
7. Practica la atención plena: la práctica de la atención plena puede ayudarte a ser más consciente de tus pensamientos, emociones y sensaciones en el momento presente y a liberarlos en lugar de negarlos o reprimirlos.
8. Mantén una rutina diaria: Mantener una rutina diaria puede ayudar a dar estructura y seguridad en un momento incierto.
9. Habla sobre tus sentimientos: compartir tus experiencias y emociones con alguien en quien confíes, como un amigo o un familiar, puede ayudarte a liberar la tensión y a obtener un apoyo emocional.
Es importante recordar que el proceso de recuperación del trauma puede ser difícil y que puede llevar tiempo. No tengas miedo de buscar ayuda profesional para restablecer tu confianza y un equilibrio emocional con el que seguir avanzando hacía tus objetivos.
¿Cómo puede ayudarme y acompañarme un psicólogo ante la presencia de un trauma?
Un psicólogo puede acompañarte desde la creación de un vínculo seguro que propicie confianza y seguridad en la persona para poder exponerse ante su vulnerabilidad, compartirla y recolocarla desde una narrativa más amable y holística, otorgando de una perspectiva que la persona puede percibir con dificultad debido a la ambigüedad de sensaciones experimentadas. Algunas terapias que pueden emplearse incluyen:
1. Terapia centrada en el trauma: la terapia centrada en el trauma es un enfoque que se centra específicamente en ayudar al paciente a procesar y superar su trauma.
2. Terapia cognitivo-conductual: la terapia cognitivo-conductual (TCC) puede ayudar al paciente a identificar y cambiar patrones de pensamiento y comportamiento negativos relacionados con el trauma.
3. Terapia de exposición: la terapia de exposición es un enfoque que involucra a los pacientes en experiencias controladas y seguras para desensibilizarse y enfrentarse a sus miedos relacionados con el trauma.
4. Terapia de resolución de trauma: la terapia de resolución de trauma es un enfoque que se centra en ayudar al paciente a liberar las emociones y sensaciones reprimidas relacionadas con el trauma.
5. Terapia de apoyo: la terapia de apoyo es un enfoque que ofrece un entorno seguro y comprensivo para que el paciente hable sobre sus sentimientos y emociones relacionadas con el trauma.
Es importante destacar que cada paciente es único y que la mejor estrategia de tratamiento depende de la gravedad y la naturaleza del trauma y de la historia y preferencias individuales del paciente. Por lo tanto, es importante que el terapeuta trabaje de manera colaborativa y precisa con el paciente para determinar la estrategia de tratamiento que mayor beneficio puede aportarle.
DUELO
¿Qué es el duelo?
El duelo es un proceso normal de reacción emocional que ocurre después de la pérdida de un ser querido, un relación o una situación significativa. Es un proceso único para cada persona y puede incluir una amplia gama de emociones, incluyendo tristeza, ira, culpa, soledad y confusión.
Según el modelo de las cinco etapas del duelo que fue propuesto por la psicóloga Elisabeth Kübler-Ross, las personas que experimentan una pérdida pasan por las siguientes cinco etapas:
- Negación: Es una respuesta defensiva ante la noticia impactante. La persona puede negar que la pérdida haya ocurrido o negar su importancia.
- Ira: La persona puede sentir ira o resentimiento hacia la persona o situación que causó la pérdida.
- Negociación: La persona puede intentar llegar a un acuerdo con su pérdida, por ejemplo, “Si hago esto, entonces quizás la persona perdida regrese”.
- Tristeza: La persona comienza a aceptar la pérdida y puede experimentar tristeza, soledad y una sensación de vacío.
- Aceptación: La persona comienza a aceptar la pérdida y puede encontrar formas de continuar con su vida.
Es importante tener en cuenta que no todas las personas pasan por estas etapas en orden y que algunas personas pueden experimentar estas etapas más de una vez. Además, estas etapas no siempre ocurren en un período definido y pueden durar días, semanas o incluso años.
Hay varios tipos de duelo, incluyendo:
- Duelo normal: Este tipo de duelo es un proceso normal y esperado después de una pérdida significativa.
- Duelo complicado: Este tipo de duelo ocurre cuando la persona experimenta una respuesta emocional intensa o prolongada después de una pérdida. Puede incluir síntomas de depresión y ansiedad.
- Duelo retrasado: Este tipo de duelo ocurre cuando la persona experimenta una respuesta emocional intensa o prolongada a una pérdida, pero en un momento posterior a la pérdida.
- Duelo por perdida múltiple: Este tipo de duelo ocurre cuando una persona experimenta varias pérdidas significativas en un corto período de tiempo.
- Duelo anticipado: Este tipo de duelo ocurre cuando una persona experimenta una respuesta emocional intensa a una pérdida futura, como la pérdida esperada de un ser querido debido a una enfermedad terminal.
¿Cómo transitar con un proceso duelo?
El duelo es un proceso normal y necesario de afrontar y superar la pérdida, y permite a las personas procesar sus emociones y adaptarse a una nueva realidad sin la persona o cosa que se ha perdido. Sin embargo, las sensaciones de duelo pueden ser intensas y pueden incluir tristeza, ansiedad, ira, culpa, soledad y desesperación. Estas sensaciones son normales y pueden durar semanas o meses, pero eventualmente disminuirán con el tiempo. Es importante darse el tiempo y el espacio para procesar el duelo de manera saludable, buscando apoyo en amigos, familiares, grupos de apoyo o un terapeuta si es necesario.
Aquí te dejamos algunos puntos importantes que pueden ayudarte en tu proceso de duelo:
- Permítete sentir tus emociones: No trates de reprimir o negar tus emociones. Es importante permitirte sentir la tristeza y otras emociones relacionadas con la pérdida.
- Habla sobre la persona o situación perdida: Compartir tus pensamientos y sentimientos con amigos y familiares puede ayudarte a procesar el duelo y a sentirte menos solo.
- Mantén una rutina diaria: Mantener una rutina diaria puede ayudar a proporcionar una sensación de estabilidad en un momento incierto.
- Practica cuidado personal: Asegúrate de comer una dieta equilibrada, hacer ejercicio regularmente y obtener suficiente descanso para ayudar a fortalecer tu cuerpo y tu mente.
- Considera terapia: Un terapeuta o consejero puede ayudarte a procesar el duelo y a encontrar maneras saludables de lidiar con tus emociones.
¿Cómo puede ayudarme un psicólogo en la transición de un duelo?
Las necesidades de una persona que está pasando por una pérdida pueden variar dependiendo de factores individuales, como su personalidad, su historia de vida y el tipo de pérdida. Sin embargo, aquí hay algunas necesidades comunes que pueden surgir durante un duelo:
- Empatía y comprensión: Las personas que están pasando por una pérdida pueden sentir que sus sentimientos son ignorados o minimizados por los demás. Necesitan una escucha empática y comprensiva.
- Espacio para expresar emociones: Es importante tener un lugar seguro para hablar sobre los sentimientos y las emociones que surgen después de una pérdida.
- Valoración: Las personas que están pasando por una pérdida pueden sentir que su dolor no es reconocido o validado. Es importante que se les haga sentir vistos y escuchados.
- Apoyo práctico: Durante una pérdida, las tareas cotidianas pueden ser abrumadoras. Un apoyo práctico, como ayudar con las compras o las tareas domésticas, puede ser muy valioso.
- Tiempo y paciencia: El duelo puede ser un proceso largo y no lineal. Es importante tener paciencia con uno mismo y con los demás durante este proceso.
- Oportunidades para recordar a la persona o cosa perdida: Las personas que están pasando por una pérdida pueden sentir la necesidad de conectarse con la persona o cosa que han perdido. Estar abiertos a la posibilidad de hablar sobre esa persona o cosa o incluso crear recuerdos juntos puede ser un gran consuelo.
Un psicólogo puede brindar una variedad de apoyos durante la transición de un duelo, adaptándose a las necesidades individuales anteriormente citadas, además de propiciar las siguientes estrategias y cuidados:
- Procesamiento de emociones: Un psicólogo puede ayudarte a explorar y procesar tus emociones, comprender tus reacciones y aprender a manejar el dolor y la tristeza.
- Estrategias de afrontamiento: Un psicólogo puede brindarte herramientas y estrategias para afrontar el duelo de manera saludable y superar la pérdida.
- Apoyo emocional: Un psicólogo es un confidente objetivo y un buen oyente que puede brindar un espacio seguro para hablar sobre tus sentimientos y preocupaciones.
- Manejo del estrés: Un psicólogo puede ayudarte a manejar el estrés y la ansiedad que pueden acompañar el duelo y a encontrar maneras de reducir el estrés y la tensión.
- Adaptación a una nueva realidad: Un psicólogo puede ayudarte a encontrar formas de adaptarte a una nueva realidad sin la persona o cosa que has perdido y a encontrar un nuevo propósito y significado en la vida.
Es importante tener en cuenta que no existe una única forma de lidiar con una pérdida y que lo que funciona para una persona puede no funcionar para otra. Algunas personas pueden necesitar más apoyo que otras, y es posible que algunas necesidades cambien con el tiempo. El apoyo de un psicólogo puede ser especialmente útil si experimentas síntomas de depresión o ansiedad graves o si tienes dificultades para avanzar después de la pérdida.
Ataques de pánico
¿Qué es un ataque de pánico?
Los ataques de pánico son una respuesta intensa y aterrorizante a una situación o evento que es percibido como peligroso, y la sensación más desagradable y sufriente es el miedo intenso y la sensación de pérdida de control. La persona puede experimentar síntomas físicos como sudoración, palpitaciones, dificultad para respirar, mareo, dolor o presión en el pecho, entre otros, lo que puede llevar a una sensación de angustia o incluso de que algo grave está sucediendo. Estas sensaciones son muy intensas y a menudo se sienten incontrolables, lo que puede ser muy angustiante y difícil de manejar. Los síntomas pueden durar de algunos minutos a varias horas, siendo importante recalcar que su aparición presenta un principio y un final. Este proceso puede entenderse como una curva de U invertida, en la que la persona comienza a sentir los síntomas anteriormente citados, hasta llegar al punto máximo, tras el cual la ansiedad y la sensación de angustia o despersonalización comienzan a tomar un equilibrio, dejando en la persona que los sufre una sensación de agotamiento y fatiga.
Una de las razones por las que los ataques de pánico causan tanta angustia es debido a su presentación como sintomatología fisiológica. Dichos síntomas tienden a interpretarse de forma catastrófica y desde la hipervigilancia a los mismos, siendo estos comportamientos uno de los mantenedores del círculo vicioso de los ataques de pánico. Dicho círculo vicioso es un patrón repetitivo en el que la ansiedad genera más ansiedad, creando un ciclo interminable. Esto puede comenzar con pensamientos ansiosos o preocupantes que desencadenan síntomas físicos de ansiedad, lo que a su vez provoca más pensamientos ansiosos y así sucesivamente, debido al mecanismo de defensa de hipervigilancia con el que se examinan dichos síntomas.
¿Qué puede originar un ataque de pánico?
Hay varias causas subyacentes que pueden contribuir a los ataques de pánico, incluyendo:
- Genética: La predisposición a los trastornos de ansiedad, incluidos los ataques de pánico, puede ser hereditaria.
- Trauma: Experiencias traumáticas, como una agresión sexual, un accidente o una enfermedad grave, pueden aumentar el riesgo de desarrollar ataques de pánico.
- Estresores: Los estresores, como el estrés financiero o las relaciones conflictivas, pueden aumentar el riesgo de desarrollar ataques de pánico.
- Cambios adaptativos: Transitar por nuevas etapas puede generar sensaciones de inseguridad y angustia, reflejándose dicho estrés a partir de los ataques de pánico.
- Trastornos de ansiedad preexistentes: Las personas con trastornos de ansiedad preexistentes, como la fobia social o el trastorno de ansiedad generalizada, tienen un mayor riesgo de desarrollar ataques de pánico.
- Consumo de sustancias: El uso excesivo de sustancias, como el alcohol o las drogas, puede desencadenar ataques de pánico.
- Cambios fisiológicos: Los cambios hormonales, como los que se producen durante la menopausia, o los cambios en el sistema nervioso, como los que se producen con la enfermedad de Parkinson, pueden aumentar el riesgo de desarrollar ataques de pánico.
Hay que tener en cuenta que muchas veces hay múltiples factores que contribuyen a los ataques de pánico y que la causa subyacente puede variar de una persona a otra. Asimismo, suelen presentarse en momentos donde la persona se encuentra en calma o reposo, tras un largo periodo estresante en su vida. Suelen implicar un mantenimiento del estado de alerta con el que la persona se relaciona en su cotidianidad.
¿Cómo puedo aliviar las sensaciones que traen consigo los ataques de pánico?
Hay varias técnicas que puedes utilizar para aliviar las sensaciones durante un ataque de pánico:
- Respiración profunda y lenta: Toma unos momentos para concentrarte en tu respiración y trata de hacerla más profunda y lenta.
- Distracción: Trata de distraerte de tus pensamientos ansiosos y de los síntomas físicos concentrándote en algo que te guste o en algún pasatiempo que tengas.
- Ejercicio: Haz algún tipo de ejercicio suave, como caminar o estirarte, para ayudar a disminuir la tensión muscular y reducir la ansiedad.
- Relajación muscular: Trata de relajar tus músculos uno por uno, comenzando por los pies y subiendo hasta la cabeza.
- Afirmaciones positivas: Repite afirmaciones positivas para ti mismo, como “estoy a salvo” o “puedo manejar esto”.
Es importante recordar que los ataques de pánico son temporales y que pasarán. Busca apoyo en amigos y familiares y considera hablar con un terapeuta para ayudarte a manejar tus ataques de pánico de manera más efectiva.
¿Cómo puede ayudarme un terapeuta a hacer frente a los ataques de pánico?
Un terapeuta puede ayudarte a hacer frente a los ataques de pánico de varias maneras:
- Identificación de pensamientos y patrones de ansiedad: Un terapeuta puede ayudarte a identificar los pensamientos y patrones que desencadenan tus ataques de pánico y a trabajar en la resolución de los mismos.
- Aprendizaje de técnicas de manejo de la ansiedad: Un terapeuta puede enseñarte técnicas de manejo de la ansiedad, como la respiración profunda y lenta y la relajación muscular, que pueden ayudarte a aliviar los síntomas durante un ataque de pánico.
- Educación sobre los síntomas: Comprensión de los síntomas de pánico a nivel biológico, abarcando la sensación de mareo, de falta de aire, del aumento de la temperatura corporal, la sensación de hormigueo, la opresión en el pecho, las palpitaciones y taquicardias, etc.
- Implementación de técnicas de desactivación fisiológica, como la relajación y respiración diafragmática.
- Exposición a síntomas físicos: consiste en exponerse de forma sistemática y premeditadamente a las sensaciones corporales que provocan temor.
Es importante buscar ayuda si se experimentan ataques de pánico repetidos o si los ataques afectan significativamente la capacidad de la persona para llevar a cabo sus actividades diarias. Un terapeuta o psiquiatra puede ayudar a identificar la causa subyacente de los ataques de pánico y proporcionar un plan tratamiento adecuado e individualizado a la persona. Además de permitir un espacio de expresión y comprensión emocional a la persona.
Dependencia emocional
¿Qué es la dependencia emocional?
La dependencia emocional se refiere a una relación en la que una persona busca constantemente el afecto y la aprobación de otra persona, a menudo en detrimento de su propia identidad y autoestima. En una relación de dependencia emocional, la persona puede sentir una necesidad insaciable de estar cerca de la otra persona y puede experimentar ansiedad y tristeza cuando está separada.
¿Qué factores se relacionan con la sensación de dependencia emocional?
Los factores subyacentes en la dependencia emocional pueden incluir:
- Autoestima baja: La falta de confianza en sí mismo y una baja autoestima pueden llevar a la búsqueda constante de aprobación y afecto de otras personas.
- Traumas pasados: Experiencias traumáticas, como abuso emocional o negligencia en la infancia, pueden llevar a una necesidad desmedida de afecto y seguridad.
- Ansiedad y depresión: La ansiedad y la depresión pueden intensificar la dependencia emocional y la necesidad de una fuente constante de apoyo emocional.
- Falta de habilidades sociales: Las personas con dificultades para establecer y mantener relaciones saludables pueden depender emocionalmente de otras personas para llenar un vacío emocional.
- Patrones de relación dañinos: Las personas que han establecido patrones de relación dañinos en el pasado, como relaciones abusivas o tóxicas, pueden ser más propensas a la dependencia emocional.
- Expectativas poco realistas: Las expectativas poco realistas sobre el amor y la relación pueden intensificar la dependencia emocional y la necesidad de recibir una atención constante y un afecto incondicional.
- Estilos de apego: Los estilos de apego desarrollados en la infancia a través de las interacciones con las figuras de cuidado pueden influir en la dependencia emocional en las relaciones futuras, a través de los modos de vincularse y sentir el vínculo con los demás.
Es importante tener en cuenta que estos factores pueden interactuar de manera compleja y que la dependencia emocional puede ser el resultado de una combinación de factores individuales y contextuales.
¿Qué puede ayudarme a manejar estos estados emocionales de dependencia?
- Terapia: Un terapeuta puede ayudarte a comprender tus necesidades emocionales y a desarrollar habilidades para manejar tus emociones de manera saludable.
- Autoconocimiento y autoconfianza: Puedes trabajar en el autoconocimiento y la autoconfianza para ser más consciente de tus pensamientos, emociones y necesidades, y para confiar en ti mismo para satisfacerlas.
- Redes de apoyo saludables: Es importante rodearse de personas que te apoyen y te hagan sentir valioso, en lugar de depender de ellas para satisfacer tus necesidades emocionales.
- Habilidades de afrontamiento: Puedes aprender habilidades de afrontamiento para manejar situaciones estresantes y emocionales de manera saludable.
- Estrategias de resolución de problemas: Puedes trabajar en la resolución de problemas para aprender a enfrentar y resolver situaciones difíciles de manera efectiva.
¿Cómo puedo trabajar la dependencia emocional?
Recuerda que la dependencia emocional es un proceso de largo plazo y que puede requerir tiempo y dedicación para superarla. Pero, con el apoyo adecuado y la ayuda profesional, es posible superar la dependencia emocional y desarrollar una vida emocional saludable.
El tratamiento para la dependencia emocional puede incluir terapia individual o de pareja, terapia cognitivo-conductual o terapia centrada en el self. Desde la terapia psicológica, se pretende proporcionar una mayor comprensión a la persona sobre las causas subyacentes de su dependencia emocional y cómo ésta afecta en su día a día. Además de desarrollar habilidades para el manejo de las emociones de forma saludable, aprendiendo a establecer límites en las relaciones y a satisfacer las necesidades emocionales de forma independiente. Así se pretende garantizar un mayor autoconocimiento en la persona que le permita delimitar desde donde toma sus elecciones dentro de las relaciones que mantiene, diferenciando entre la necesidad y la verdadera apetencia.
Un libro que puede ser interesante y que aborda la complejidad de esta temática es la obra del autor alemán Erich Fromm, “el arte de amar”.
¿Qué te preocupa?
A continuación, un apartado con problemas más frecuentes. Clica sobre cada uno para ver en detalle:
ANSIEDAD
La ansiedad es una respuesta emocional normal y necesaria ante situaciones estresantes o peligrosas. Sin embargo, cuando la ansiedad se vuelve excesiva, interfiere en la vida cotidiana y limita la capacidad de una persona para llevar a cabo actividades normales, considerándose un trastorno de ansiedad.
Nuestro cerebro vivencia la ansiedad desde una serie de reacciones químicas que hacen que liberemos cortisol, entre otras hormonas, al torrente sanguíneo y esto, a su vez, perpetúa la situación de activación, llegando a producirnos pensamientos repetitivos, insomnio, trastornos estomacales, taquicardias, sudoración, hiperventilación, tristeza, ira, ataques de pánico, etc.
DEPRESIÓN
La depresión es un trastorno del estado de ánimo que se caracteriza por una combinación de síntomas emocionales, físicos y cognitivos que afectan la vida diaria de una persona. Algunos de los síntomas más comunes de la depresión incluyen: sensación persistente de tristeza y desánimo, pérdida de interés o placer en actividades que solían ser agradables, cambios en el apetito y el sueño, fatiga y falta de energía, dificultad para concentrarse, sentimientos de inutilidad o culpa excesiva, irritabilidad y pensamientos suicidas.
Así, la depresión puede considerarse como una respuesta emocional a conflictos internos no resueltos, como la pérdida o la frustración, siendo la depresión un mecanismo de regulación ante la crisis que se está transitando en dicho momento.
Fobias y miedos
Las fobias son miedos irracionales e intensos a un objeto o situación específica que no supone un peligro real. Estos miedos pueden limitar la vida de una persona y causar una gran ansiedad. Algunas de las fobias más comunes incluyen el miedo a los animales, el miedo a los lugares cerrados, el miedo a volar, el miedo a las alturas, el miedo a morir y el miedo a la sangre.
¿Cuál es el origen de las fobias?
Las fobias pueden tener diversos orígenes, incluyendo experiencias traumáticas, eventos estresantes, modelado por parte de familiares o amigos, y predisposición genética. Algunas fobias se desarrollan después de un evento traumático, mientras que otras pueden ser el resultado de una exposición repetitiva a un estímulo temido sin una experiencia negativa real. Las fobias también pueden ser el resultado de un aprendizaje clásico, donde se asocia un estímulo neutral con una respuesta emocional negativa a través de la experiencia o la observación.
TRAUMA
¿Qué es un experiencia de trauma?
El trauma psicológico es una respuesta emocional a un evento o serie de eventos estresantes y aterradores que superan la capacidad de una persona para manejarlos. Este evento puede ser una experiencia traumática única, como un accidente, un acto violento o un desastre natural, o puede ser el resultado de un abuso prolongado o una situación de conflicto. Los síntomas del trauma psicológico incluyen ansiedad, miedo intenso, pesadillas, flashbacks, evitación de estímulos relacionados con el trauma, episodios disociativos y problemas de concentración y sueño. Asimismo un factor que suele presentarse con frecuencia es la evitación persistente de estímulos asociados al acontecimiento traumático, desde la voluntad por evitar recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos acerca o estrechamente asociados al acontecimiento traumático tanto a nivel interno como externo. Dicha evitación puede estar ligada a una incapacidad constante para sentir emociones positivas, a una percepción distorsionada persistente de la causa o las consecuencias del acontecimiento traumático, a una percepción desde la culpa o el exceso de responsabilidad por lo ocurrido y un sentimiento de desapego o extrañamiento hacía los demás. Otro factor que acompaña a un evento estresante es una alteración importante de la alerta ante estímulos o situaciones similares, acompañado de un comportamiento irritable y arrebatos de furia, comportamientos autodestructivos, hipervigilancia, respuesta de sobresalto excesiva, alteración del sueño, etc.
¿Cuál es el origen de los traumas?
Un trauma puede ser causado por una amplia variedad de experiencias y situaciones, incluyendo:
1. Abuso físico o emocional.
2. Agresión sexual o violación.
3. Accidentes graves, como un accidente de automóvil.
4. Desastres naturales, como terremotos, huracanes o incendios.
5. Testigos de un acto violento o un homicidio.
6. Servicio militar en zonas de guerra.
7. Diagnóstico de una enfermedad grave o la pérdida de un ser querido.
8. Trastornos de ansiedad, como la fobia o el trastorno obsesivo-compulsivo.
Estas son solo algunas de las muchas situaciones que pueden originar un trauma. Es importante recordar que cada persona experimenta y procesa los traumas de manera diferente, y que lo que puede ser traumatizante para una persona puede no serlo para otra. Es importante hacer hincapié en el procesamiento que la persona ha realizado sobre la experiencia traumática, incidiendo en las sensaciones y autopercepciones originadas como respuesta ante dicha situación.
Asimismo, es importante recalcar que las reacciones que pueden tener las personas pueden ser comprendidas como mecanismos de defensa singulares, que se activan ante un sentimiento de vulneración de integridad de la propia persona. Así, operan como ayudantes en la regulación de la ansiedad y dolor asociados a dichas situaciones. Algunos de los mecanismos de defensa más comunes incluyen:
1. Negación: negar que la situación traumática ha ocurrido o que tiene un impacto significativo.
2. Represión: enterrar los recuerdos y las emociones relacionados con la situación traumática en la mente inconsciente.
3. Regresión: regresar a comportamientos o formas de pensar más infantiles o inmaduros en un intento de lidiar con la ansiedad.
4. Proyección: atribuyendo pensamientos o emociones propias a otras personas o situaciones.
5. Racionalización: encontrar razones o justificaciones lógicas para la situación traumática para minimizar el dolor emocional.
Es importante destacar que estos mecanismos de defensa pueden ser efectivos a corto plazo para ayudar a la persona a lidiar con la situación traumática, pero pueden ser contraproducentes a largo plazo, ya que pueden impedir que la persona procese y superar adecuadamente el trauma.
¿Cómo puedo mejorar mis percepciones, sensaciones, pensamientos y conductas respecto a un trauma?
Si sientes haber experimentado un trauma, es importante tomar medidas de autocuidado de salud mental y emocional, como las siguientes:
1. Busca apoyo: Habla con amigos y familiares de confianza o considera unirte a un grupo de apoyo para personas que han experimentado un trauma similar.
2. Mindfulness: la práctica de la atención plena puede ayudarte a ser más consciente de tus pensamientos, emociones y sensaciones en el momento presente y a liberarlos en lugar de negarlos o reprimirlos.
3. Ejercicio físico: hacer ejercicio regularmente puede ayudar a mejorar tu bienestar emocional y físico y a liberar la tensión acumulada.
4. Practica técnicas de manejo del estrés: Ejercicios de respiración profunda, meditación, yoga y otras técnicas pueden ayudar a reducir la ansiedad y el estrés.
5. Habla con un terapeuta: Un terapeuta o consejero puede ayudarte a procesar el trauma y a encontrar maneras saludables de lidiar con tus emociones.
6. Toma un enfoque holístico para tu salud: Practica un estilo de vida saludable, incluyendo una dieta equilibrada, ejercicio regular y suficiente descanso.
7. Practica la atención plena: la práctica de la atención plena puede ayudarte a ser más consciente de tus pensamientos, emociones y sensaciones en el momento presente y a liberarlos en lugar de negarlos o reprimirlos.
8. Mantén una rutina diaria: Mantener una rutina diaria puede ayudar a dar estructura y seguridad en un momento incierto.
9. Habla sobre tus sentimientos: compartir tus experiencias y emociones con alguien en quien confíes, como un amigo o un familiar, puede ayudarte a liberar la tensión y a obtener un apoyo emocional.
Es importante recordar que el proceso de recuperación del trauma puede ser difícil y que puede llevar tiempo. No tengas miedo de buscar ayuda profesional para restablecer tu confianza y un equilibrio emocional con el que seguir avanzando hacía tus objetivos.
¿Cómo puede ayudarme y acompañarme un psicólogo ante la presencia de un trauma?
Un psicólogo puede acompañarte desde la creación de un vínculo seguro que propicie confianza y seguridad en la persona para poder exponerse ante su vulnerabilidad, compartirla y recolocarla desde una narrativa más amable y holística, otorgando de una perspectiva que la persona puede percibir con dificultad debido a la ambigüedad de sensaciones experimentadas. Algunas terapias que pueden emplearse incluyen:
1. Terapia centrada en el trauma: la terapia centrada en el trauma es un enfoque que se centra específicamente en ayudar al paciente a procesar y superar su trauma.
2. Terapia cognitivo-conductual: la terapia cognitivo-conductual (TCC) puede ayudar al paciente a identificar y cambiar patrones de pensamiento y comportamiento negativos relacionados con el trauma.
3. Terapia de exposición: la terapia de exposición es un enfoque que involucra a los pacientes en experiencias controladas y seguras para desensibilizarse y enfrentarse a sus miedos relacionados con el trauma.
4. Terapia de resolución de trauma: la terapia de resolución de trauma es un enfoque que se centra en ayudar al paciente a liberar las emociones y sensaciones reprimidas relacionadas con el trauma.
5. Terapia de apoyo: la terapia de apoyo es un enfoque que ofrece un entorno seguro y comprensivo para que el paciente hable sobre sus sentimientos y emociones relacionadas con el trauma.
Es importante destacar que cada paciente es único y que la mejor estrategia de tratamiento depende de la gravedad y la naturaleza del trauma y de la historia y preferencias individuales del paciente. Por lo tanto, es importante que el terapeuta trabaje de manera colaborativa y precisa con el paciente para determinar la estrategia de tratamiento que mayor beneficio puede aportarle.
DUELO
¿Qué es el duelo?
El duelo es un proceso normal de reacción emocional que ocurre después de la pérdida de un ser querido, un relación o una situación significativa. Es un proceso único para cada persona y puede incluir una amplia gama de emociones, incluyendo tristeza, ira, culpa, soledad y confusión.
Según el modelo de las cinco etapas del duelo que fue propuesto por la psicóloga Elisabeth Kübler-Ross, las personas que experimentan una pérdida pasan por las siguientes cinco etapas:
- Negación: Es una respuesta defensiva ante la noticia impactante. La persona puede negar que la pérdida haya ocurrido o negar su importancia.
- Ira: La persona puede sentir ira o resentimiento hacia la persona o situación que causó la pérdida.
- Negociación: La persona puede intentar llegar a un acuerdo con su pérdida, por ejemplo, “Si hago esto, entonces quizás la persona perdida regrese”.
- Tristeza: La persona comienza a aceptar la pérdida y puede experimentar tristeza, soledad y una sensación de vacío.
- Aceptación: La persona comienza a aceptar la pérdida y puede encontrar formas de continuar con su vida.
Es importante tener en cuenta que no todas las personas pasan por estas etapas en orden y que algunas personas pueden experimentar estas etapas más de una vez. Además, estas etapas no siempre ocurren en un período definido y pueden durar días, semanas o incluso años.
Hay varios tipos de duelo, incluyendo:
- Duelo normal: Este tipo de duelo es un proceso normal y esperado después de una pérdida significativa.
- Duelo complicado: Este tipo de duelo ocurre cuando la persona experimenta una respuesta emocional intensa o prolongada después de una pérdida. Puede incluir síntomas de depresión y ansiedad.
- Duelo retrasado: Este tipo de duelo ocurre cuando la persona experimenta una respuesta emocional intensa o prolongada a una pérdida, pero en un momento posterior a la pérdida.
- Duelo por perdida múltiple: Este tipo de duelo ocurre cuando una persona experimenta varias pérdidas significativas en un corto período de tiempo.
- Duelo anticipado: Este tipo de duelo ocurre cuando una persona experimenta una respuesta emocional intensa a una pérdida futura, como la pérdida esperada de un ser querido debido a una enfermedad terminal.
¿Cómo transitar con un proceso duelo?
El duelo es un proceso normal y necesario de afrontar y superar la pérdida, y permite a las personas procesar sus emociones y adaptarse a una nueva realidad sin la persona o cosa que se ha perdido. Sin embargo, las sensaciones de duelo pueden ser intensas y pueden incluir tristeza, ansiedad, ira, culpa, soledad y desesperación. Estas sensaciones son normales y pueden durar semanas o meses, pero eventualmente disminuirán con el tiempo. Es importante darse el tiempo y el espacio para procesar el duelo de manera saludable, buscando apoyo en amigos, familiares, grupos de apoyo o un terapeuta si es necesario.
Aquí te dejamos algunos puntos importantes que pueden ayudarte en tu proceso de duelo:
- Permítete sentir tus emociones: No trates de reprimir o negar tus emociones. Es importante permitirte sentir la tristeza y otras emociones relacionadas con la pérdida.
- Habla sobre la persona o situación perdida: Compartir tus pensamientos y sentimientos con amigos y familiares puede ayudarte a procesar el duelo y a sentirte menos solo.
- Mantén una rutina diaria: Mantener una rutina diaria puede ayudar a proporcionar una sensación de estabilidad en un momento incierto.
- Practica cuidado personal: Asegúrate de comer una dieta equilibrada, hacer ejercicio regularmente y obtener suficiente descanso para ayudar a fortalecer tu cuerpo y tu mente.
- Considera terapia: Un terapeuta o consejero puede ayudarte a procesar el duelo y a encontrar maneras saludables de lidiar con tus emociones.
¿Cómo puede ayudarme un psicólogo en la transición de un duelo?
Las necesidades de una persona que está pasando por una pérdida pueden variar dependiendo de factores individuales, como su personalidad, su historia de vida y el tipo de pérdida. Sin embargo, aquí hay algunas necesidades comunes que pueden surgir durante un duelo:
- Empatía y comprensión: Las personas que están pasando por una pérdida pueden sentir que sus sentimientos son ignorados o minimizados por los demás. Necesitan una escucha empática y comprensiva.
- Espacio para expresar emociones: Es importante tener un lugar seguro para hablar sobre los sentimientos y las emociones que surgen después de una pérdida.
- Valoración: Las personas que están pasando por una pérdida pueden sentir que su dolor no es reconocido o validado. Es importante que se les haga sentir vistos y escuchados.
- Apoyo práctico: Durante una pérdida, las tareas cotidianas pueden ser abrumadoras. Un apoyo práctico, como ayudar con las compras o las tareas domésticas, puede ser muy valioso.
- Tiempo y paciencia: El duelo puede ser un proceso largo y no lineal. Es importante tener paciencia con uno mismo y con los demás durante este proceso.
- Oportunidades para recordar a la persona o cosa perdida: Las personas que están pasando por una pérdida pueden sentir la necesidad de conectarse con la persona o cosa que han perdido. Estar abiertos a la posibilidad de hablar sobre esa persona o cosa o incluso crear recuerdos juntos puede ser un gran consuelo.
Un psicólogo puede brindar una variedad de apoyos durante la transición de un duelo, adaptándose a las necesidades individuales anteriormente citadas, además de propiciar las siguientes estrategias y cuidados:
- Procesamiento de emociones: Un psicólogo puede ayudarte a explorar y procesar tus emociones, comprender tus reacciones y aprender a manejar el dolor y la tristeza.
- Estrategias de afrontamiento: Un psicólogo puede brindarte herramientas y estrategias para afrontar el duelo de manera saludable y superar la pérdida.
- Apoyo emocional: Un psicólogo es un confidente objetivo y un buen oyente que puede brindar un espacio seguro para hablar sobre tus sentimientos y preocupaciones.
- Manejo del estrés: Un psicólogo puede ayudarte a manejar el estrés y la ansiedad que pueden acompañar el duelo y a encontrar maneras de reducir el estrés y la tensión.
- Adaptación a una nueva realidad: Un psicólogo puede ayudarte a encontrar formas de adaptarte a una nueva realidad sin la persona o cosa que has perdido y a encontrar un nuevo propósito y significado en la vida.
Es importante tener en cuenta que no existe una única forma de lidiar con una pérdida y que lo que funciona para una persona puede no funcionar para otra. Algunas personas pueden necesitar más apoyo que otras, y es posible que algunas necesidades cambien con el tiempo. El apoyo de un psicólogo puede ser especialmente útil si experimentas síntomas de depresión o ansiedad graves o si tienes dificultades para avanzar después de la pérdida.
Ataques de pánico
¿Qué es un ataque de pánico?
Los ataques de pánico son una respuesta intensa y aterrorizante a una situación o evento que es percibido como peligroso, y la sensación más desagradable y sufriente es el miedo intenso y la sensación de pérdida de control. La persona puede experimentar síntomas físicos como sudoración, palpitaciones, dificultad para respirar, mareo, dolor o presión en el pecho, entre otros, lo que puede llevar a una sensación de angustia o incluso de que algo grave está sucediendo. Estas sensaciones son muy intensas y a menudo se sienten incontrolables, lo que puede ser muy angustiante y difícil de manejar. Los síntomas pueden durar de algunos minutos a varias horas, siendo importante recalcar que su aparición presenta un principio y un final. Este proceso puede entenderse como una curva de U invertida, en la que la persona comienza a sentir los síntomas anteriormente citados, hasta llegar al punto máximo, tras el cual la ansiedad y la sensación de angustia o despersonalización comienzan a tomar un equilibrio, dejando en la persona que los sufre una sensación de agotamiento y fatiga.
Una de las razones por las que los ataques de pánico causan tanta angustia es debido a su presentación como sintomatología fisiológica. Dichos síntomas tienden a interpretarse de forma catastrófica y desde la hipervigilancia a los mismos, siendo estos comportamientos uno de los mantenedores del círculo vicioso de los ataques de pánico. Dicho círculo vicioso es un patrón repetitivo en el que la ansiedad genera más ansiedad, creando un ciclo interminable. Esto puede comenzar con pensamientos ansiosos o preocupantes que desencadenan síntomas físicos de ansiedad, lo que a su vez provoca más pensamientos ansiosos y así sucesivamente, debido al mecanismo de defensa de hipervigilancia con el que se examinan dichos síntomas.
¿Qué puede originar un ataque de pánico?
Hay varias causas subyacentes que pueden contribuir a los ataques de pánico, incluyendo:
- Genética: La predisposición a los trastornos de ansiedad, incluidos los ataques de pánico, puede ser hereditaria.
- Trauma: Experiencias traumáticas, como una agresión sexual, un accidente o una enfermedad grave, pueden aumentar el riesgo de desarrollar ataques de pánico.
- Estresores: Los estresores, como el estrés financiero o las relaciones conflictivas, pueden aumentar el riesgo de desarrollar ataques de pánico.
- Cambios adaptativos: Transitar por nuevas etapas puede generar sensaciones de inseguridad y angustia, reflejándose dicho estrés a partir de los ataques de pánico.
- Trastornos de ansiedad preexistentes: Las personas con trastornos de ansiedad preexistentes, como la fobia social o el trastorno de ansiedad generalizada, tienen un mayor riesgo de desarrollar ataques de pánico.
- Consumo de sustancias: El uso excesivo de sustancias, como el alcohol o las drogas, puede desencadenar ataques de pánico.
- Cambios fisiológicos: Los cambios hormonales, como los que se producen durante la menopausia, o los cambios en el sistema nervioso, como los que se producen con la enfermedad de Parkinson, pueden aumentar el riesgo de desarrollar ataques de pánico.
Hay que tener en cuenta que muchas veces hay múltiples factores que contribuyen a los ataques de pánico y que la causa subyacente puede variar de una persona a otra. Asimismo, suelen presentarse en momentos donde la persona se encuentra en calma o reposo, tras un largo periodo estresante en su vida. Suelen implicar un mantenimiento del estado de alerta con el que la persona se relaciona en su cotidianidad.
¿Cómo puedo aliviar las sensaciones que traen consigo los ataques de pánico?
Hay varias técnicas que puedes utilizar para aliviar las sensaciones durante un ataque de pánico:
- Respiración profunda y lenta: Toma unos momentos para concentrarte en tu respiración y trata de hacerla más profunda y lenta.
- Distracción: Trata de distraerte de tus pensamientos ansiosos y de los síntomas físicos concentrándote en algo que te guste o en algún pasatiempo que tengas.
- Ejercicio: Haz algún tipo de ejercicio suave, como caminar o estirarte, para ayudar a disminuir la tensión muscular y reducir la ansiedad.
- Relajación muscular: Trata de relajar tus músculos uno por uno, comenzando por los pies y subiendo hasta la cabeza.
- Afirmaciones positivas: Repite afirmaciones positivas para ti mismo, como “estoy a salvo” o “puedo manejar esto”.
Es importante recordar que los ataques de pánico son temporales y que pasarán. Busca apoyo en amigos y familiares y considera hablar con un terapeuta para ayudarte a manejar tus ataques de pánico de manera más efectiva.
¿Cómo puede ayudarme un terapeuta a hacer frente a los ataques de pánico?
Un terapeuta puede ayudarte a hacer frente a los ataques de pánico de varias maneras:
- Identificación de pensamientos y patrones de ansiedad: Un terapeuta puede ayudarte a identificar los pensamientos y patrones que desencadenan tus ataques de pánico y a trabajar en la resolución de los mismos.
- Aprendizaje de técnicas de manejo de la ansiedad: Un terapeuta puede enseñarte técnicas de manejo de la ansiedad, como la respiración profunda y lenta y la relajación muscular, que pueden ayudarte a aliviar los síntomas durante un ataque de pánico.
- Educación sobre los síntomas: Comprensión de los síntomas de pánico a nivel biológico, abarcando la sensación de mareo, de falta de aire, del aumento de la temperatura corporal, la sensación de hormigueo, la opresión en el pecho, las palpitaciones y taquicardias, etc.
- Implementación de técnicas de desactivación fisiológica, como la relajación y respiración diafragmática.
- Exposición a síntomas físicos: consiste en exponerse de forma sistemática y premeditadamente a las sensaciones corporales que provocan temor.
Es importante buscar ayuda si se experimentan ataques de pánico repetidos o si los ataques afectan significativamente la capacidad de la persona para llevar a cabo sus actividades diarias. Un terapeuta o psiquiatra puede ayudar a identificar la causa subyacente de los ataques de pánico y proporcionar un plan tratamiento adecuado e individualizado a la persona. Además de permitir un espacio de expresión y comprensión emocional a la persona.
Dependencia emocional
¿Qué es la dependencia emocional?
La dependencia emocional se refiere a una relación en la que una persona busca constantemente el afecto y la aprobación de otra persona, a menudo en detrimento de su propia identidad y autoestima. En una relación de dependencia emocional, la persona puede sentir una necesidad insaciable de estar cerca de la otra persona y puede experimentar ansiedad y tristeza cuando está separada.
¿Qué factores se relacionan con la sensación de dependencia emocional?
Los factores subyacentes en la dependencia emocional pueden incluir:
- Autoestima baja: La falta de confianza en sí mismo y una baja autoestima pueden llevar a la búsqueda constante de aprobación y afecto de otras personas.
- Traumas pasados: Experiencias traumáticas, como abuso emocional o negligencia en la infancia, pueden llevar a una necesidad desmedida de afecto y seguridad.
- Ansiedad y depresión: La ansiedad y la depresión pueden intensificar la dependencia emocional y la necesidad de una fuente constante de apoyo emocional.
- Falta de habilidades sociales: Las personas con dificultades para establecer y mantener relaciones saludables pueden depender emocionalmente de otras personas para llenar un vacío emocional.
- Patrones de relación dañinos: Las personas que han establecido patrones de relación dañinos en el pasado, como relaciones abusivas o tóxicas, pueden ser más propensas a la dependencia emocional.
- Expectativas poco realistas: Las expectativas poco realistas sobre el amor y la relación pueden intensificar la dependencia emocional y la necesidad de recibir una atención constante y un afecto incondicional.
- Estilos de apego: Los estilos de apego desarrollados en la infancia a través de las interacciones con las figuras de cuidado pueden influir en la dependencia emocional en las relaciones futuras, a través de los modos de vincularse y sentir el vínculo con los demás.
Es importante tener en cuenta que estos factores pueden interactuar de manera compleja y que la dependencia emocional puede ser el resultado de una combinación de factores individuales y contextuales.
¿Qué puede ayudarme a manejar estos estados emocionales de dependencia?
- Terapia: Un terapeuta puede ayudarte a comprender tus necesidades emocionales y a desarrollar habilidades para manejar tus emociones de manera saludable.
- Autoconocimiento y autoconfianza: Puedes trabajar en el autoconocimiento y la autoconfianza para ser más consciente de tus pensamientos, emociones y necesidades, y para confiar en ti mismo para satisfacerlas.
- Redes de apoyo saludables: Es importante rodearse de personas que te apoyen y te hagan sentir valioso, en lugar de depender de ellas para satisfacer tus necesidades emocionales.
- Habilidades de afrontamiento: Puedes aprender habilidades de afrontamiento para manejar situaciones estresantes y emocionales de manera saludable.
- Estrategias de resolución de problemas: Puedes trabajar en la resolución de problemas para aprender a enfrentar y resolver situaciones difíciles de manera efectiva.
¿Cómo puedo trabajar la dependencia emocional?
Recuerda que la dependencia emocional es un proceso de largo plazo y que puede requerir tiempo y dedicación para superarla. Pero, con el apoyo adecuado y la ayuda profesional, es posible superar la dependencia emocional y desarrollar una vida emocional saludable.
El tratamiento para la dependencia emocional puede incluir terapia individual o de pareja, terapia cognitivo-conductual o terapia centrada en el self. Desde la terapia psicológica, se pretende proporcionar una mayor comprensión a la persona sobre las causas subyacentes de su dependencia emocional y cómo ésta afecta en su día a día. Además de desarrollar habilidades para el manejo de las emociones de forma saludable, aprendiendo a establecer límites en las relaciones y a satisfacer las necesidades emocionales de forma independiente. Así se pretende garantizar un mayor autoconocimiento en la persona que le permita delimitar desde donde toma sus elecciones dentro de las relaciones que mantiene, diferenciando entre la necesidad y la verdadera apetencia.
Un libro que puede ser interesante y que aborda la complejidad de esta temática es la obra del autor alemán Erich Fromm, “el arte de amar”.